Amaya González Reyes
"Artísticamente correcto"
El mundo de las palabras es el que crea el mundo de las cosas
Jacques Lacan

Las palabras son acciones
Wittgenstein


 
Lab_in se complace en  presentar la nueva exposición individual de la artista Amaya González Reyes (Sanxenxo, 1979) titulada Artísticamente correcto.

La exposición surge a partir de la singularidad de nuestro espacio —una combinación de centro de producción digital y espacio expositivo— y parte de una de nuestras características diferenciadoras: el hecho de ser el único centro en España homologado para emitir los cuatro sellos de certificación Fine Art de las empresas Epson, Canson y Hahnemülle. A partir de aquí González Reyes plantea un proyecto en el que reflexiona, mediante una ágil declinación de aforismos, sobre la naturaleza y el sentido de la seriación, la certificación, la copia, el original múltiple, la pieza única, la obra inédita, el valor, su naturaleza, legitimidad o reproductibilidad, apelando a un diálogo directo con el espectador.

ARTE TEXTUAL

Este tipo de prácticas podrían enmarcarse dentro de lo que se ha denominado arte textual (text based art), una corriente que surge a partir del Giro Lingüístico, un término acuñado por Gustav Bergmann en 1967 que afirma que la conceptualización filosófica, nuestro modo de pensar, depende en su totalidad del lenguaje y del estudio empírico del discurso y cuyo punto de partida se sitúa en el trabajo del primer Wittgenstein con el Tractatus Logico-Philosophicus publicado en 1922.

A raíz de este importante giro en la historia de nuestro pensamiento, un cambio articulado por los estructuralistas como Saussure, Levi-Strauss o el primer Barthes (y reformulado posteriormente por los postestructuralistas), los artistas conceptuales de los años 60 asumieron con naturalidad el lenguaje como materia prima para el arte. Desde Art & Language, quienes desplazan radicalmente el objeto a la idea desarrollando prácticas disidentes desde una perspectiva lingüística a la Poesía Concreta y el grupo poético brasileño Noigandres, la literatura potencial de OuLiPo de Raymon Roussel, Raymon Queneau o George Perec, los conceptuales americanos como Joseph Kosuth o Lawrence Weiner, el belga Marcel Broodthaers, el mexicano Ulises Carrión o los españoles Zaj, José Luis Castillejos o el primer Alberto Corazón; el arte textual se convirtió, quizá por la democratización de los medios de comunicación, en el primer movimiento de la historia del arte con una repercusión global. Actualmente vivimos un momento de reactivación de estas prácticas textuales a través de artistas como Dora García quien representó recientemente a España en la Bienal de Venecia, Alicia Kopf quien hace de la novela su herramienta artística, Isidoro Valcarcel Medina utilizando la palabra como dispositivo performático o Nuria Güell quien utiliza el género epistolar para denunciar situaciones política y socialmente conflictivas.

ARTÍSTICAMENTE (IN)/CORRECTO
Artísticamente correcto surge de la idiosincrasia de nuestro espacio, pero también como respuesta a otra exposición realizada en el año 2008 en Zona C (Santiago de Compostela) titulada Artísticamente (in)correcto. En esa ocasión González Reyes sitúa 16365 pequeñas cuñas de madera rellenando el espacio que queda libre desde el revestimiento de pladur de las paredes hasta el suelo. La acción, una intervención en apariencia mínima, pretende de un modo irónico resolver un fallo estructural de la sala. La incorrección en este caso viene por no ajustarse a la resolución formal de una exposición “clásica”, la integrada por unas piezas y un recorrido expositivo al uso. Ocho años después González Reyes plantea una exposición para un espacio galerístico con piezas, series y sus correspondientes certificaciones, es decir, Artísticamente correcta.

Aun así el trabajo de González Reyes continua explorando las secuelas del arte conceptual, trabajando su entropía desde los límites del arte y la vida, explorando los espacios que confluyen entre emoción y racionalidad. Su metodología responde a un juego que construye en base a sus reglas, conviertiéndose en una artista difícil de etiquetar. La reflexión meta-artística, la que alude a los entresijos del propio arte y sistema artístico, suele ser una constante en su producción. Como en el proyecto Coleccionar coleccionistas (Intervenciones en el espacio urbano, 2004. Museo MARCO de Vigo) en el que buscaba literalmente coleccionistas para formar una colección, o en Entrar en la obra. Perder(se) en ella (Museo MARCO de Vigo, 2012) donde reflexionaba sobre su propia práctica artística desde un certero carácter autobiográfico o en Confesiones (2009) una serie de cartas mecanografiadas dedicadas al espectador que buscan su complicidad: I wanted to make a great piece, the most lucid, most beloved, most durable…I wanted something you would smile while you look at it, to share something between us both… (Quise hacer una gran pieza, la más brillante, la más amada, la más recordada…Quise hacer algo que te hiciera sonreír mientras lo miras, compartir algo entre nosotros…).

La exposición que se presenta en Lab_in continua esa línea discursiva epistolar donde el espectador supone el resorte que activa su sentido. Cada pieza funciona como un enunciado que se presenta y se piensa a sí misma, cuestionándose su papel en el mundo. Series Ejemplares (2016) consiste en 14 impresiones presentadas en una carpeta que reflexionan sobre la naturaleza de serie y autoría mediante diversos juegos de palabras “Esta obra la hice yo” o “Una serie infinita” evoca un trabajo procesual que se formaliza como un juego. Evidencia (2016) impresa en tinta blanca sobre un papel metalizado afirma “Esta es una obra brillante”, blanco sobre blanco desafía los límites físicos de la visión desplazando sus intenciones a los resortes del pensamiento o Excusa y testimonio (2016) donde el sello de certificación, un holograma dorado emitido por la empresa Hanhemüller, simula ser la luna en un negro cielo estrellado.

Convertir los certificados de autenticidad o autoría en obra artística es otra de las estrategias productivas de este proyecto. La certificación no sólo legitima la singularidad de la pieza, sino que se asocia a su revalorización económica una vez es lanzada al mercado. Obra(s) ejemplare(s) (2016) convierte a tres piezas de una serie de tres, en tres originales únicos o a su vez también puede ser leídas como una única pieza. Las paradojas de la certificación y los intersticios de su declinación legal suponen un complejo juego significado-significante que es hábilmente conjugado por la artista.

González Reyes nos propone un juego intelectual en el que transgrede hábilmente los intersticios del arte contemporáneo, no sólo mediante la apelación directa al espectador, sino también a la figura del coleccionista como eje vertebrador del sistema del arte. Su estrategia productiva, en la que el juego deviene metodología, subvierte las propuestas expositivas clásicas poniendo sobre la mesa cuestiones esenciales respecto a la verdadera naturaleza del arte, sus dinámicas, estructuras y protocolos de mercado.


MARÍA MARCO
Comisaria
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